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El debate es una capacitación personal en la que se adquiere de modo gradual la habilidad de convencer a otros de las propias ideas o puntos de vista, y convertir al auditorio en aliado del emisor. Es un arte cuyo punto de partida está en las diferencias de opinión. En ciertas ocasiones es confrontativo, busca convencer. En otras, explorativo, y sirve para obtener información imprescindible en la toma de decisiones bien fundadas, definir estrategias o generar conocimientos profundos sobre un tema en concreto.

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La calidad de la comunicación

Un debate bien entendido contribuye a mejorar la calidad de la comunicación verbal y gestual. Obliga a expresar ordenadamente y de manera decisiva conceptos desde diferentes puntos de vista. Enseña a articular ideas de manera clara y rápida, y a pensar críticamente. Invita a analizar, formular, argumentar, presentar el mensaje y además… a ¡escuchar! Es un excelente ejercicio de habilidades de razonamiento, que combina trabajo en equipo, desafío y diversión. En cada uno de nuestros cursos, jornadas y talleres los asistentes aprenden habilidades de suma utilidad para decodificar la estructura de la argumentación de quienes esgrimen opiniones diferentes de las suyas. Conocer al otro, identificar sus modos de razonamiento, leer su lenguaje gestual y descubrir sus razones profundas resulta estratégico para lograr una argumentación sólida capaz de contrarrestar con éxito las ideas del oponente.

Un debate bien entendido contribuye a mejorar la calidad de la comunicación verbal y gestual. Obliga a expresar ordenadamente y de manera decisiva conceptos desde diferentes puntos de vista. Enseña a articular ideas de manera clara y rápida, y a pensar críticamente. Invita a analizar, formular, argumentar, presentar el mensaje y además… a ¡escuchar! Es un excelente ejercicio de habilidades de razonamiento, que combina trabajo en equipo, desafío y diversión. En cada uno de nuestros cursos, jornadas y talleres los asistentes aprenden habilidades de suma utilidad para decodificar la estructura de la argumentación de quienes esgrimen opiniones diferentes de las suyas. Conocer al otro, identificar sus modos de razonamiento, leer su lenguaje gestual y descubrir sus razones profundas resulta estratégico para lograr una argumentación sólida capaz de contrarrestar con éxito las ideas del oponente.

Convencer es la meta

¿Qué es convencer? Es ayudar a decidir, es influir, es contagiar una idea y, en el mejor de los casos, inocularla en la mente del receptor de tal manera que sienta que no hay otra opción posible. El convencimiento lleva al otro a actuar, pero no obligado, sino con la seguridad de haber tomado el mejor camino. Persuadir es obligar al otro a cambiar de idea. Es una de las formas del convencimiento, pero no la única. La disuasión, que lleva al receptor a no tomar una decisión, es otra forma del convencimiento. Ambas versiones buscan torcer una decisión ya tomada. Para convencer hace falta autoridad, que puede estar dada por el conocimiento de la materia que se trata, por los valores del emisor del mensaje, por la posición en que se encuentra, o por muchas otras causas. Y sobre todo, para convencer hace falta conocer al otro, entender sus motivaciones, escucharlo atentamente. Y hacer lo propio con uno mismo.

¿Qué es convencer? Es ayudar a decidir, es influir, es contagiar una idea y, en el mejor de los casos, inocularla en la mente del receptor de tal manera que sienta que no hay otra opción posible. El convencimiento lleva al otro a actuar, pero no obligado, sino con la seguridad de haber tomado el mejor camino. Persuadir es obligar al otro a cambiar de idea. Es una de las formas del convencimiento, pero no la única. La disuasión, que lleva al receptor a no tomar una decisión, es otra forma del convencimiento. Ambas versiones buscan torcer una decisión ya tomada. Para convencer hace falta autoridad, que puede estar dada por el conocimiento de la materia que se trata, por los valores del emisor del mensaje, por la posición en que se encuentra, o por muchas otras causas. Y sobre todo, para convencer hace falta conocer al otro, entender sus motivaciones, escucharlo atentamente. Y hacer lo propio con uno mismo.

Escuchar, esa costumbre en desuso…

Todos hablamos, pocos escuchamos. Y sin embargo, todos queremos ser escuchados. Quien aprenda a escuchar habrá ganado la mitad de la batalla. El debate enseña a escuchar. Pero no como quien percibe la música de la radio, como un fondo de pantalla auditivo. La escucha activa es la que capta tanto los sonidos como los silencios, las muletillas, el lenguaje del cuerpo, las intenciones ocultas en un suspiro, la respiración acelerada, el movimiento de las manos… Todo un mensaje paralelo repleto de información útil a la hora de planear una argumentación.

Todos hablamos, pocos escuchamos. Y sin embargo, todos queremos ser escuchados. Quien aprenda a escuchar habrá ganado la mitad de la batalla. El debate enseña a escuchar. Pero no como quien percibe la música de la radio, como un fondo de pantalla auditivo. La escucha activa es la que capta tanto los sonidos como los silencios, las muletillas, el lenguaje del cuerpo, las intenciones ocultas en un suspiro, la respiración acelerada, el movimiento de las manos… Todo un mensaje paralelo repleto de información útil a la hora de planear una argumentación.

Análisis del discurso

En los cursos de debate gran parte del tiempo se dedica a la planificación de la argumentación. Esta instancia requiere un análisis crítico de lo que se está defendiendo o refutando, para llegar a las razones ocultas del discurso, que actúan sobre el receptor a nivel inconsciente. El análisis crítico es una habilidad poco enseñada en las escuelas, que permite la toma de decisiones consciente y responsable.

En los cursos de debate gran parte del tiempo se dedica a la planificación de la argumentación. Esta instancia requiere un análisis crítico de lo que se está defendiendo o refutando, para llegar a las razones ocultas del discurso, que actúan sobre el receptor a nivel inconsciente. El análisis crítico es una habilidad poco enseñada en las escuelas, que permite la toma de decisiones consciente y responsable.

Argumentación sólida: la casa hecha de ladrillos

En este momento en que el acceso a la información es más democrático que nunca, y cualquier persona, con un dispositivo y una conexión, puede obtener los datos que busque en apenas segundos, el problema no reside en la imposibilidad de llegar al conocimiento, sino en el caudal abrumador de data disponible. El poder ya no es de quien recibe la información, sino de quien sabe seleccionarla y editarla para sus propios fines. Editar es esencial para argumentar. Conocer todas las posibilidades, seleccionarlas concienzudamente y usarlas del modo correcto no sólo puede torcer una decisión ajena, sino –sobre todo- fortalecer los argumentos propios y evitar grietas en el edificio del discurso.

En este momento en que el acceso a la información es más democrático que nunca, y cualquier persona, con un dispositivo y una conexión, puede obtener los datos que busque en apenas segundos, el problema no reside en la imposibilidad de llegar al conocimiento, sino en el caudal abrumador de data disponible. El poder ya no es de quien recibe la información, sino de quien sabe seleccionarla y editarla para sus propios fines. Editar es esencial para argumentar. Conocer todas las posibilidades, seleccionarlas concienzudamente y usarlas del modo correcto no sólo puede torcer una decisión ajena, sino –sobre todo- fortalecer los argumentos propios y evitar grietas en el edificio del discurso.

Cuando habla el cuerpo

Si bien el objetivo es convencer con argumentos sólidos, todo aquello que rodea al mensaje cobra también importancia. Sin ser una clase de oratoria, el curso de debate enseña al ponente a convencer mediante la palabra oral, pero también a transmitir solidez con sus posturas y gestos, y a leer el lenguaje no verbal de su oponente… y de su auditorio. Los movimientos, los tics, las muletillas, las señas pueden entorpecer o facilitar la llegada del mensaje al oyente.

Si bien el objetivo es convencer con argumentos sólidos, todo aquello que rodea al mensaje cobra también importancia. Sin ser una clase de oratoria, el curso de debate enseña al ponente a convencer mediante la palabra oral, pero también a transmitir solidez con sus posturas y gestos, y a leer el lenguaje no verbal de su oponente… y de su auditorio. Los movimientos, los tics, las muletillas, las señas pueden entorpecer o facilitar la llegada del mensaje al oyente.

Autor: Elmer de Ronde

Elmer de Ronde, fundador de Convence, es consultor de negocios y capacitador de debate, con una amplia trayectoria en ambos campos

www.convence.com.ar