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El primer paso al momento de tomar una decisión es establecer con claridad si la misma debe estar basada en principios o si debe ser pragmática. Además, es preciso grabar a fuego el hecho de que cualquier decisión de la que no se derive un nuevo acto, proceder, trabajo, no puede ser conceptualizada como decisión; es sólo, en el mejor de los casos, una buena intención de deseos. Toda decisión eficaz debe ir acompañada automáticamente de un acto.

Por ejemplo, en la toma de decisiones respecto a la contratación de nuevo personal, deberían tenerse en cuenta los siguientes principios:

  • Si se coloca a la persona en un lugar en donde no puede rendir, la decisión fue errónea. No tiene sentido quejarse, el único responsable es el que decidió asignar erróneamente ese recurso humano.
  • El más incompetente tiene al menos el derecho de que su jefe sea competente. Esto se deriva de la clásica máxima de Julio César que establecía: ” El peor soldado tiene al menos el derecho de ser dirigido por un oficial competente”
  • Jamás asigne al nuevo personal las tareas mas comprometidas o riesgosas; con independencia de su nivel de competencia, todos necesitamos tiempos de adaptación. Asignar al nuevo personal las tareas más críticas sólo aumenta el nivel de riesgo de la operación. Es conveniente poner a los recién llegados de alto nivel en un puesto del cual se conozcan claramente las expectativas y a su vez, el nuevo personal pueda pedir ayuda sin comprometer a la operación.
  • Asegúrese de que el nuevo empleado comprenda claramente la tarea. Es responsabilidad del directivo convocar al nuevo y decirle por ejemplo: ” Hoy hace 3 meses que Ud es el gerente de manufactura”, ¿Qué tiene que hacer luego de lo que ha visto para tener éxito en su nuevo puesto? Pídale una respuesta escrita en 10 días… Si el gerente o Ud no siguen éste paso, no culpe al nuevo miembro por su bajo rendimiento, cúlpese Ud mismo. Ud ha fracasado en su rol como Manager en dos aspectos: no puso en claro lo que Ud esperaba de ésa función y no aportó lo necesario para el éxito de ésa función. Peter Drucker relata la anécdota personal con su primer jefe hace más de 50 años: ” Cuatro meses después de haberme ascendido a un nuevo puesto, me mandó a llamar porque yo seguía haciendo la mayoría de las cosas tal como las venía haciendo. Pero en ese momento mi ex-jefe me explicó claramente que todo nuevo puesto significa responsabilidad diferente, objetivos diferentes, conductas diferentes y relaciones diferentes.

Relatos tomados de El Gran Poder de las Pequeñas Ideas, P. Drucker, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1998.

Ocurre todos los días: dos individuos entablan una conversación, pero uno de ellos realmente no está presente, lo mismo sucede en una reunión que se está llevando a cabo, algunos de los asistentes están distraídos en otros asuntos, muchas veces una persona llega a su casa pero su mente aún está en el trabajo.

Cuando la gente está haciendo una cosa pero piensa en otra, realmente no puede concentrarse en ninguna de las actividades, como resultado, ambas se ven perjudicadas.

Las consecuencias de esto son de gran alcance:

  • No somos tan creativos como podríamos serlo, pues nuestra mente ocupada nos impide utilizar nuestro yo que reflexiona: el lado intuitivo.
  • No escuchamos bien a los demás y por lo tanto ellos no se sienten escuchados ni respetados.
  • La calidad de nuestra vida en el hogar sufre, pues no somos capaces de desentendernos del remolino de pensamientos relacionados con el trabajo. Esto perjudica nuestra relación con nuestros seres queridos y nos despoja de nuestra habilidad de recargar nuestras baterías para que al volver al trabajo podamos desempeñarnos con mayor eficacia.

La habilidad de concentrarse y enfocar la atención en lo que está pasando ahora es lo que nosotros denominamos estar presente ahora. Se trata de una habilidad indispensable para acentuar la eficiencia y la realización en la vida. Dado el dinamismo de nuestro mundo y la incertidumbre que lo acompaña, la importancia del equilibrio, de mantenerse enfocado y de estar presente, es más crítica que nunca. Posiblemente haya experimentado los efectos de “no estar presente ahora” en su propia vida. La gente nos ha comentado que a medida que aumenta su reconocimiento de este concepto, su vida va cambiando, a menudo en forma drástica, aún cuando el cambio sea minúsculo.

El valor de estar presente ahora

a.     Aumenta la productividad y la calidad: cuando dirigimos el 100 % de nuestros esfuerzos y evitamos las distracciones, podemos alcanzar nuestro más alto nivel de rendimiento.

b.     Mejora el equilibrio entre la vida personal y profesional: si podemos estar presentes el 100 % cuando estamos en casa y el 100 % cuando estamos en el trabajo, entonces disfrutaremos un ambiente rico, fortificante y satisfactorio en ambos lugares.

c.      Mayor facilidad y satisfacción en las relaciones: cuando las personas perciben atención y aprecio, sus sentimientos hacia usted y hacia sí mismos son mejores. Cuando existe un mayor amor propio, la gente produce su mejor esfuerzo.

d.     Menos tensión, más paz mental: las preocupaciones por lo pasado o por el futuro crean tensión que reduce nuestra paz mental. Para poder tranquilizar la mente, es preciso reconocer que el pasado es historia y que es imposible cambiarlo, y que el futuro aún no ha sido y será determinado por las acciones de hoy.

e.     Mejor creatividad: tendemos a producir las mejores ideas cuando nuestra vida cotidiana está en marcha lenta, por ejemplo en la ducha o antes de dormirnos por la noche. Esto se debe a que la mente tranquila se presta más a producir buenas ideas.

La mayoría nos hemos acostumbrado a no estar presentes. Los escenarios anteriormente presentados son tan solo ejemplos típicos de “no estar presente ahora”.

Para terminar les contamos el relato de un director que en un seminario nos relató esta historia acerca de la manera en que estar presente ahora cambió su vida.

“Yo aprendí sobre la importancia de estar presente ahora hace algunos años. Aunque para mí siempre fue un gran esfuerzo ceder mi valioso tiempo libre de los fines de semana, mi mujer siempre pudo convencerme de visitar periódicamente a sus padres, particularmente en ocasiones especiales. Ella me decía: ‘mis padres no estarán presentes para siempre y quiero cerciorarme de pasar tiempo valioso con ellos mientras vivan’.

Realmente no sentí el impacto de su mensaje hasta que su madre falleció. Aunque mi mujer estaba muy triste, ella sabía por dentro que disfrutó todos los momentos con su madre. No creo que su hermano sintiera el mismo consuelo, pues él no se esforzó por estar presente ahora con mi suegra.

La sabiduría de mi mujer me ayudó a reconocer la importancia del concepto. Aunque pasaba tiempo visitando a mi madre, yo no estaba presente ahora. Desde aquel momento, me he esforzado mucho más por pasar muy buenos momentos con mi madre. Ella es una persona muy especial que ha sacrificado mucho para que yo prospere.”

Extractado de: Creating a high perfomance culture – Senn-Delaney Leadership Consulting Group. Inc.