La visión es una fuerza magnética que produce el estímulo, la energía, la creatividad y el valor que se requieren para alcanzar un objetivo. A través de la historia, las visiones apasionantes han facultado y liberado el potencial humano y empresarial. La poderosa visión de un País en el cual la gente controlara en forma semejante sus destinos permitió que las inexpertas colonias norteamericanas recobraran la libertad de la poderosa Corono Británica.

La visión del hombre caminando en la luna impulsó una gigantesca misión colaborativa entre el gobierno, la industria y las instituciones educativas y cambió para siempre nuestra percepción del Universo. La visión de cambio impulsado por una computadora que pudiera ser utilizada por todos, inspiró a un grupo pequeño de empleados de Apple Computer a desarrollar Macintosh – una computadora que fijó una norma nueva de facilidad de uso y accesibilidad.

En el esfuerzo humano, el pensamiento precede a la acción. Nos es preciso saber a dónde vamos para poder llegar. Mientras más claro podamos “ver” el destino final y mientras más deseos tengamos de llegar allí, más energía tendremos para superar cualquier obstáculo que se nos cruce. Una visión apasionante consiste en dos elementos: un objetivo que captura nuestra imaginación y un deseo apasionado por lograrlo.

La visión de pararse sobre un pedestal con la bandera nacional a sus espaldas, el himno nacional en sus oídos y un público de millones observándolos al ser honrados como lo mejor del mundo, ha motivado a miles de atletas olímpicos. Su visión les confiere la dedicación que se requiere para concentrarse exclusivamente en su deporte y pasar las miles de horas que exige convertirse en todo un experto.

La visión es uno de los principales ingredientes del éxito, bien sea personal, en equipo, de toda una empresa o de todo un País. Es imposible despertar una mañana y decir: “Voy a ser exitoso” y esperar que se realice ese sueño.

Hay que tener éxito en algo. El camino hacia el éxito se revela tan sólo cuando se ha definido la visión.

Casi todos los líderes que han alcanzado el éxito describen un momento en el cual su visión se les presentó con total claridad. Dicen cosas como: “Me acuerdo cuando decidí ser…”. Suelen poder describir hasta los más pequeños detalles de ese momento, lo que vieron, oyeron y sintieron. Es un momento de cambio en su vida; un momento en el cual se concentraron en lo que querían lograr. Las visiones poderosas impulsan a la gente a hacer lo que parece imposible.

La Visión faculta a la gente

En muchas formas, una visión compartida y un sentido claro de dirección representa el “norte magnético” para los empleados de una organización o los integrantes de un equipo que trabajan juntos. Representa la imagen idealizada de lo que la empresa y su gente o lo que un equipo y sus integrantes pueden lograr. Una visión es mucho más que tan sólo información u objetivos; Una visión evoca sentimientos poderosos. Lo que tiende a contagiar a los empleados de energía y compromiso es el sentimiento, no el objetivo.

En suma, una visión es una imagen nítida de cómo nos gustaría que fuera el futuro. Este concepto puede aplicarse a empresas, a departamentos, a otros equipos dentro de la empresa o a individuos, para crear una declaración de visión personal. Una declaración de quienes somos, adonde vamos y porqué eso es importante para nosotros es lo que atrae los elementos más nobles y más orientados hacia la causa dentro de todo ser humano, y como tal, libera la energía creativa y levanta el ánimo de todos los individuos de la empresa.

Como el norte magnético, la visión actúa como un faro que atrae a la gente y permite que hagan frente a los momentos difíciles con energía y optimismo. La visión transforma la estrategia en una manera de vivir y reduce en gran medida la brecha entre los planes escritos y su ejecución en el mercado.

Muchas empresas caen en el error común de equiparar una declaración de objetivos con una visión. En cierto sentido, creen que fijar metas y planificar es lo mismo que tener una visión. En tanto los objetivos y la estrategia definen los métodos que una empresa ha de seguir en su búsqueda de la ventaja competitiva, la visión es el porqué que motiva la gente a dar lo mejor de sí mismos con entusiasmo y compromiso. La gente no se emociona sobre un objetivo, pero una visión puede reavivar el potencial latente de todos.

Una visión poderosa y apasionante causa acción.

Sin Visión hay confusión

Cuando no hay una visión compartida y un sentido de dirección, es fácil que los individuos se confundan, se sientan inseguros y a menudo interpretan negativamente las acciones y cambios de una empresa o de un departamento.

Una empresa o equipo sin una visión compartida y un sentido claro de dirección con frecuencia se encuentra en una modalidad “reactiva” y su estilo administrativo más usual al parecer es el manejo de las crisis. Una empresa sin un rumbo definido a menudo exhibe síntomas característicos:

  • Reorganizaciones frecuentes con un minúsculo efecto positivo.
  • Tiempo y dinero gastados en actualizaciones tecnológicas con la esperanza de que una tecnología mejor solucionará los problemas de rendimiento.
  • Demasiada reprobación y discriminación, particularmente porque cada uno trata de mantener su propia agenda.
  • Pleitos sobre presupuestos de departamento porque cada uno trata de mantener su propia agenda.
  • Pérdida de grandes números de empleados permanentes y talentosos que se quejan de una empresa a la deriva.

Es obvio que una visión compartida y un rumbo definido son la base fundamental de una cultura de alto rendimiento.

Convertir la Visión en realidad

La función de un líder es articular una visión que cree en la gente una razón de ser, que pinte una imagen de un mañana más resplandeciente, que inspire una imagen de un mundo lleno de posibilidades. Una visión ha de despertar un sentimiento en la gente, un sentimiento de “Yo soy parte de algo que tiene importancia en el mundo”; una visión que inspira a la gente a querer contribuir.

Crear una visión inspiradora no es nada fácil. Requiere que el líder tenga un entendimiento profundo de sí mismo. Los líderes tienen que saber qué los impulsa y que tipo de contribuciones desean aportar en su círculo de influencia, en la empresa, en el ramo, en el mundo. ¿Qué tipo de marca quieren dejar “en la arena”? ¿A qué puede entregarse con el corazón? ¿Qué lugar de su vida profesional ocupa su pasión?

Que nos sirva a todos de base en todo lo que encaremos.

Extractado de: Creating a high perfomance culture – Senn-Delaney Leadership Consulting Group. Inc.

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